La intolerancia a la fructosa es un trastorno digestivo en el cual el cuerpo tiene dificultades para descomponer y absorber la fructosa, un tipo de azúcar natural que se encuentra en muchas frutas, miel y algunos vegetales. El tratamiento para la intolerancia a la fructosa generalmente implica evitar o limitar los alimentos que contienen altos niveles de fructosa, por lo que debes saber cuáles son las frutas y verduras que debes evitar para tu peque.

¿Qué es la fructosa?

La fructosa es un azúcar simple que se una a otro, la glucosa, para formar la sacarosa, que es lo que conocemos como azúcar común. Cuando comemos alimentos con sacarosa, esta libera glucosa y fructosa que son absorbidas por nuestro intestino para usarlas en forma de energía.

Por lo tanto, es un tipo de hidrato de carbono que se encuentra sobre todo en las frutas, aunque también en las verduras, la miel u otros alimentos.

¿Qué es la intolerancia a la fructosa?

La intolerancia a la fructosa es un trastorno digestivo en el cual el cuerpo tiene dificultades para descomponer y absorber la fructosa. Esta condición puede ser causada por deficiencias en las enzimas necesarias para descomponer la fructosa (como la enzima fructosa-1-fosfato-aldolasa (aldolasa B) o por problemas en el transporte de la fructosa a través del intestino delgado.

Al llegar la fructosa no digerida al intestino, esta reacciona con las bacterias que forman la flora intestinal fermentándose, produciendo gases y molestias gastrointestinales como dolor abdominal, hinchazón, diarrea o náuseas y, si dura mucho tiempo, pérdida de peso.

Además, algunos niños no son capaces de digerir la fructosa produciendo otro tipo de problemas como gérmenes dañinos, toxinas que irritan el intestino o irritación continua que daña la pared y la mucosa del intestino.

El grado de intolerancia puede variar entre las personas, y algunas pueden tolerar pequeñas cantidades de fructosa sin experimentar síntomas, mientras que otras pueden tener una reacción más severa.

Es un trastorno genético que aparece en 1 de cada 20.000 personas y suele diagnosticarse en la primera etapa de la vida al ir introduciendo alimentos con fructosa en la dieta del bebé, aunque a veces tarda años en diagnosticarse porque los síntomas son más leves y dispersos o porque el niño coge aversión a los alimentos que le sientan mal y los consume menos a menudo, por lo que los síntomas no son tan frecuentes como para avisar de un problema.

El diagnóstico se hace mediante test bioquímicos y test genéticos.

¿Qué alimentos puede consumir un niño con intolerancia a la fructosa?

Como en cualquier otra intolerancia, el tratamiento implica evitar o limitar los alimentos que contienen altos niveles de fructosa, así como también la eliminación de otros azúcares fermentables, como los encontrados en algunos productos lácteos y granos. Los alimentos bajos en fructosa y la suplementación de enzimas digestivas pueden ayudar a algunas personas a controlar sus síntomas.

Como decíamos, la tolerancia a los alimentos con fructosa no es igual en todos los afectados con este problema, por lo que habrá que ir haciendo pruebas para comprobar que alimentos puede comer tu peque y cuáles no.

En general, entre los alimentos permitidos encontramos:

Azúcares, edulcorantes y dulces: jarabe de glucosa, glucosa, maltosa, aspartamo, sacarina y ciclamato.

Frutas y frutos: aguacates, pepitas de calabaza o girasol, aceitunas maduras, jugo de limón o lima. Consumidos con moderación: uvas, fresas, plátano común, kiwi, mandarina, naranja, lima, limón, melón, mora, lichi, higo chumbo, piña, granada, arándano, frambuesas, pomelo.

Verduras y hortalizas: acelgas, brécol fresco, espinacas, setas, patatas viejas, escarola, endivias, judías verdes. De manera ocasional apio, acelgas, berros, berza, brécol congelado, col, coliflor, lechuga, pepino y patata nueva.

Legumbres: consumo limitado de lentejas, garbanzos, alubias y guisantes (como guarnición).

Cereales y derivados: harinas y sémolas de trigo, avena, maíz, centeno, fécula de patata, arroz. Pan blanco y pasta.

Frutos secos: nueces (nueces de castilla, pecana de brasil, macadamia), avellanas, almendras, castañas, anacardos, pistachos, semillas de sésamo, chía, cáñamo, amapola, lino, pipas de calabaza, girasol, piñones.

Carnes, pescados y huevos: todos frescos.

Leche y derivados: lactancia materna, leche, leche en polvo sin fructosa, nata natural, quesos curados y frescos y yogur (sin frutas ni sacarosa).

Aceites y grasas: aceites vegetales, mantequilla y margarina.

Alimentos no permitidos

Azúcares, edulcorantes y dulces: fructosa, sacarosa, sorbitol y dulces y edulcorantes que los contengan como caramelos, chocolates, chicles, etc.

Frutas: todas las no incluidas en el apartado anterior.

Verduras: todas las demás.

Legumbres: todas las demás.

Cereales y derivados: cereales o harinas integrales y la harina de soja.

Carnes, pescados y huevos: aquellos procesados que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol.

Leche y derivados: bebida de soja, leche condensada, yogur de frutas, de soja o edulcorado con sacarosa, preparados a base de leche con sacarosa (batidos, helados, etc.).

Aceites y grasas: aderezos o salsas comerciales con sacarosa y fructosa.

Al principio se debe hacer una dieta estricta sin nada de fructosa y, tras dos semanas, una vez cedan los síntomas, ir introduciendo poco a poco la fructosa hasta ver cuál es la cantidad que se tolera y qué alimentos se pueden comer de manera regular, cuáles de forma ocasional y cuáles nunca.

Fuente:

Hospital de Barcelona: https://metabolicas.sjdhospitalbarcelona.org/consejo/nino-intolerancia-hereditaria-fructosa-escuela-informacion-profesora-cuidadores