Los niños empiezan a socializar con su entorno desde los 2 meses, con su primera sonrisa como respuesta a otra sonrisa. Al fin y al cabo, somos seres sociales, por lo que debes empezar a socializar a vuestro bebé desde su nacimiento.

¿Cómo se desarrolla la socialización de un bebé?

A través de las interacciones con sus padres, cuidadores y el entorno, el bebé aprende a relacionarse con otros seres humanos y a comprender las reglas sociales básicas. Este proceso es gradual y comienza desde el nacimiento:

  1. Etapa neonatal (0-2 meses)

En esta fase, los bebés dependen completamente de sus cuidadores y su interacción es limitada. Sin embargo, tienen ciertas capacidades innatas que facilitan la socialización:

  • Reconocimiento de rostros y voces: desde el nacimiento, los bebés pueden reconocer el rostro de su madre o cuidador principal y se sienten atraídos por las voces humanas, especialmente las familiares.
  • Expresiones emocionales básicas: aunque todavía no pueden comunicarse con palabras, los bebés muestran emociones a través del llanto, sonrisas reflejas y gestos faciales.
  • Contactos visuales breves: el contacto visual con los cuidadores es uno de los primeros indicios de socialización, estableciendo una conexión inicial.
  1. De los 2 a 6 meses

A medida que crecen, los bebés comienzan a volverse más receptivos a su entorno:

  • Sonrisa social: alrededor de los dos meses, los bebés desarrollan la capacidad de sonreír en respuesta a las interacciones sociales, lo que indica un mayor reconocimiento y disfrute de la compañía de los demás.
  • Vocalizaciones: comienzan a balbucear y emitir sonidos, utilizando estas vocalizaciones como una forma temprana de comunicación.
  • Reconocimiento de emociones: los bebés empiezan a imitar expresiones faciales de las personas a su alrededor, un signo de que están aprendiendo sobre las emociones y las interacciones humanas.
  1. De los 6 a 12 meses

Durante este período, el bebé se vuelve más activo en sus intentos de socializar y explorar el mundo:

  • Ansiedad por separación: hacia los ocho o nueve meses, muchos bebés experimentan ansiedad por separación cuando sus cuidadores principales se alejan, lo que muestra un apego claro. Si hasta ese momento se dejaban coger en brazos sin problema, desde esta edad comienzan a llorar y se ponen nerviosos si no están con sus cuidadores principales.
  • Juego social: los bebés comienzan a participar en juegos sencillos como el de “cucú-tras”, que no solo son divertidos, sino que también enseñan nociones básicas de permanencia de objetos y turnos.
  • Respuesta a otros niños: los bebés muestran interés por otros niños, aunque su interacción directa es limitada; generalmente, los observan y pueden sonreír o balbucear hacia ellos.
  1. De 12 a 24 meses

A medida que se acercan a los dos años, los niños pequeños comienzan a interactuar más activamente con las personas que los rodean.

  • Imitación: los niños imitan el comportamiento de los adultos y otros niños, lo que es crucial para aprender las normas sociales.
  • Juego paralelo: aunque los niños de esta edad aún no suelen jugar de manera cooperativa, sí participan en lo que se llama juego paralelo, donde juegan cerca de otros niños y pueden observarse mutuamente, pero sin interactuar directamente.
  • Uso de palabras: con el desarrollo del lenguaje, los niños empiezan a utilizar palabras para expresar sus necesidades y deseos, lo que mejora la comunicación con los demás y, por lo tanto, su interacción.

A partir de los 2 años empezará a jugar con otros niños y, con 3 años, ya podrá tener sus primeros amigos. Entre los tres y los seis años, necesita muchas oportunidades de contacto social, especialmente con compañeros de clase o amigos. La socialización es esencial para desarrollar sus habilidades sociales y poder ser más feliz en el futuro.

No obstante, hay que tener en cuenta que cada niño desarrolla este proceso a su ritmo y que hay muchos factores que influyen en la socialización de un peque.

Factores que influyen en la socialización de los bebés

1- La familia: es el primer y más importante agente de socialización. Los niños aprenden las normas sociales, los valores, y las primeras habilidades comunicativas en el contexto familiar. Por eso, es clave en la socialización la relación que el pequeño mantenga con sus padres o cuidadores. Un entorno familiar afectuoso, seguro y con reglas claras favorece una socialización saludable.

Además, los niños aprenden observando el comportamiento de los adultos en su hogar. Si ven relaciones de respeto, empatía y colaboración, tienden a replicarlas. Por el contrario, si crecen en entornos conflictivos o negligentes, pueden desarrollar dificultades en sus interacciones sociales.

La cantidad de hermanos y la forma en que se distribuyen las responsabilidades y afecto dentro del hogar también influyen. Los niños con hermanos suelen desarrollar habilidades sociales como la cooperación y la negociación más temprano.

2- La escuela y los compañeros: el colegio y el entorno educativo son factores esenciales en la socialización, ya que es donde los niños interactúan con otros de su edad de manera constante.

A través del contacto con compañeros, los niños aprenden a compartir, a resolver conflictos y a trabajar en equipo. El juego y las actividades grupales promueven el desarrollo de habilidades como la empatía, el liderazgo y la toma de turnos.

Los compañeros tienen un impacto significativo en la socialización, especialmente durante la niñez y adolescencia. Los niños aprenden sobre normas y comportamientos aceptables a través de la presión de grupo o el deseo de encajar en su grupo de iguales.

Las escuelas también inculcan normas sociales (puntualidad, respeto a la autoridad, trabajo en equipo), que son claves para el desarrollo social de los niños.

3- El entorno cultural en el que el niño crece también es crucial en la socialización, ya que transmite valores, normas y expectativas sociales. Cada cultura tiene su propio conjunto de normas sobre cómo deben comportarse los individuos. Estos incluyen el respeto a los mayores, la forma de saludar, las expectativas de género, entre otros. El niño aprende estas normas desde una edad temprana.

El lenguaje que se usa en casa, las formas de expresión y la importancia que se da a ciertas conductas (como hablar en público o ser reservado) son reflejo de las normas culturales.

Asimismo, algunas culturas enfatizan la colectividad y la interdependencia, mientras que otras valoran más la independencia y el logro individual. Esto puede afectar cómo un niño se ve a sí mismo y a su rol dentro de la sociedad.

4- Los medios de comunicación. Hoy en día, los medios de comunicación tienen un papel clave en la socialización, especialmente a medida que los niños pasan más tiempo expuestos a pantallas.

A través de los medios, los niños aprenden normas sociales, roles de género y modelos de comportamiento. Sin embargo, la influencia puede ser tanto positiva como negativa, dependiendo del contenido al que estén expuestos. Por eso, hay que limitar la exposición de los niños a los medios de comunicación y las redes sociales y, sobre todo, evitar contenidos inapropiados para su edad.

5- El temperamento individual. Los niños extrovertidos suelen buscar más interacciones sociales y disfrutan de situaciones grupales, mientras que los introvertidos pueden preferir interacciones más reducidas y necesitar más tiempo a solas para recargar energías. Del mismo modo, algunos niños se adaptan fácilmente a nuevas situaciones sociales, mientras que otros pueden ser más cautelosos o ansiosos al enfrentar cambios o interacciones desconocidas.

6- El contexto socioeconómico. El nivel socioeconómico de la familia también juega un papel importante en la socialización. Las familias con mejores condiciones económicas pueden proporcionar a sus hijos una mayor variedad de experiencias educativas, actividades extracurriculares y entornos culturales que amplían las oportunidades de socialización. Mientras que los niños que crecen en hogares con estrés financiero pueden estar expuestos a niveles más altos de ansiedad o conflictividad familiar, lo que afecta su socialización.

7- El entorno físico y social. El entorno en el que vive un niño (rural, urbano, o suburbano) también influye en su socialización. Los niños que crecen en vecindarios seguros y con áreas recreativas tienen más oportunidades de interactuar con otros niños en un ambiente positivo. Los niños que viven en áreas más peligrosas pueden tener menos oportunidades de socializar fuera del hogar.

8- Educación y valores. La forma en que los padres crían a sus hijos, los valores que les transmiten y el estilo de crianza impacta profundamente en la socialización. Los estilos de crianza autoritarios, permisivos, democráticos o negligentes influyen en cómo los niños desarrollan sus habilidades sociales. Por ejemplo, la crianza autoritaria puede generar niños más obedientes, pero con menos capacidad de iniciativa, mientras que la crianza democrática fomenta habilidades de comunicación y resolución de conflictos.

Por ello, si queremos que nuestro hijo aprenda a relacionarse y socializar con los demás, teniendo amigos y sabiendo moverse en un entorno social como el nuestro, debemos procurar que socialice y se relacione con otras personas de manera saludable desde bebé.

Fuente:

Zubizarreta, A., & Fernandez, M. (2019). El apego en la infancia. Enfoques contemporáneos sobre la importancia de la relación cuidador-bebé.

Bee, H., & Boyd, D. (2018). Psicología del desarrollo: Infancia y adolescencia. Capítulo sobre desarrollo social en bebés.

Feldman, R. (2017). Development Across the Lifespan. Estudios sobre la interacción temprana y la formación de relaciones sociales en la infancia.

Trevarthen, C. (2018). Communication and Cooperation in Early Infancy. Teorías sobre la comunicación temprana y el desarrollo social.