La educación emocional es el proceso de aprendizaje y desarrollo de habilidades que permiten a las personas reconocer, comprender, expresar y gestionar sus emociones de manera saludable y constructiva. Incluye también la capacidad de reconocer y comprender las emociones de los demás, facilitando así una mejor interacción y relaciones interpersonales.

¿Qué es la educación emocional infantil?

La educación emocional infantil es el aprendizaje de identificar y comprender nuestras emociones y las de los demás, lo que nos permite gestionarlas de manera sana.

Los componentes principales de este tipo de educación son:

Conciencia emocional: reconocer las propias emociones y las de los demás.

Regulación emocional: manejar las propias emociones de manera adecuada.

– Autoconcepto y autoestima: desarrollar una imagen positiva de uno mismo.

Habilidades sociales: fomentar relaciones saludables y positivas con los demás.

– Toma de decisiones responsables: elegir cómo actuar basado en valores personales y sociales.

La educación emocional es esencial para el desarrollo de una persona, por lo que debemos ocuparnos de ella desde que nuestro hijo nace.

Beneficios de la educación emocional

  1. Mejora del bienestar emocional: ayuda a las personas a manejar el estrés, la ansiedad y otras emociones negativas de manera efectiva (ira, agresividad…). También a disfrutar de las emociones positivas y, por lo tanto, ser más felices.
  2. Desarrollo de habilidades sociales: facilita la comunicación, la empatía y la resolución de conflictos, mejorando las relaciones con todos los demás (familiares, amigos, compañeros…).
  3. Rendimiento académico: los estudiantes con una buena educación emocional tienden a tener un mejor desempeño académico. Entre sus beneficios destacan: mayor concentración, mayor motivación para aprender… lo que aumenta la posibilidad de éxito también en el futuro.
  4. Salud mental: contribuye a la prevención de trastornos mentales y promueve una mejor salud mental en general.
  5. Mejora de la inteligencia emocional, favoreciendo el crecimiento personal del niño en todos los ámbitos de su vida.
  6. Mejora la autonomía y la responsabilidad de los niños.

Por todo ello, la educación emocional infantil es muy importante y debe formar parte del proceso de aprendizaje del bebé al igual que otros aspectos como el aprendizaje de la lectura o los colores.

¿Cómo trabajar la educación emocional con los niños en casa?

1- Sé un buen ejemplo. Los niños aprenden observando a los adultos. Demuestra cómo manejar tus propias emociones de manera constructiva. Habla abiertamente sobre tus sentimientos y cómo los manejas, tanto los positivos como los negativos.

2- Fomenta la expresión emocional. Anima a los niños a hablar sobre sus sentimientos. Pregunta cosas como “¿Cómo te sientes hoy?” o “¿Qué te hizo sentir así?”. No niegues ninguna emoción ni le digas que no debe estar triste o enfadado, todas las emociones son válidas, no hay que reprimirlas sino enseñarle a gestionarlas.

3- Usa libros y cuentos que aborden diferentes emociones para iniciar conversaciones. Existen muchos libros para todas las edades que abordan el manejo y control de las emociones. Pregunta cómo se sintieron los personajes y cómo habrían manejado la situación los niños.

4- Enséñale vocabulario emocional para que tenga las palabras necesarias para poder identificar y nombrar sus emociones. Usa un amplio vocabulario emocional (tristeza, alegría, frustración, etc.).

5- Usa juegos y actividades que involucren la identificación de emociones, como cartas con caras que muestren diferentes expresiones.

6- Practica la empatía enseñando a los niños a reconocer cómo se sienten los demás. Pregunta: “¿Cómo crees que se siente tu amigo?”. Realiza actividades de rol donde los niños puedan ponerse en el lugar de otra persona.

7- Enséñale técnicas de regulación emocional como respiración profunda, meditación y mindfulness.

8- Fomenta actividades físicas y creativas, como el dibujo o la música, para liberar emociones. Puede dibujar cómo se siente o crear máscaras que representen diferentes emociones.

9- Ayúdale a resolver los conflictos de manera constructiva, buscando soluciones y sin recurrir a los insultos, los empujones, los mordiscos o los golpes. Enséñales a resolver problemas hablando sobre sus sentimientos.

10- Usa el método del “tiempo fuera” no como un castigo, sino como un momento para calmarse y reflexionar sobre las emociones. Puedes incluso quedarte a su lado para ayudarle a calmarle si se ha puesto muy nervioso o tiene mucha rabia dentro. Incluso puedes crear el rincón de la calma, un espacio en casa donde los niños puedan ir a relajarse cuando se sientan abrumados. Puede incluir cojines, libros, juguetes tranquilos, etc.

11- Llevad un diario de emociones. Anímale a llevar un diario donde pueda escribir o dibujar cómo se siente cada día. Cuando sea muy pequeño, puedes hacerlo tú por él y, gradualmente, que lo vaya haciendo solo. Revisad el diario juntos y hablad sobre las emociones expresadas.

12- El juego de las emociones. Crea tarjetas con diferentes emociones. Los niños deben actuar o describir situaciones que correspondan a cada emoción. Puedes hacer este juego más interactivo con un tablero de juego casero.

13- Haz ejercicios para que el niño tome conciencia de su cuerpo y pueda controlarlo mejor, a la vez que conecta sus emociones con sensaciones físicas concretas, como las “mariposas en el estómago”.

14- En momentos de mucho enfado, el niño puede imaginar un globo que se hincha y luego se desinfla lentamente para relajarse, incluso puede acompañar esa imagen con una exhalación lenta, como el globo.

15- La técnica del semáforo. Ayuda a los niños a gestionar el enfado. El color rojo indica detenerse, el amarillo invita a reflexionar y buscar soluciones, y el verde representa la acción para calmarse. El niño tiene que reflexionar en qué estado está para saber lo que debe hacer y así evitar conflictos y problemas.

Fuentes:

American Academy of Pediatrics (AAP)