Durante el primer año, los miedos más comunes de los bebés son a los ruidos, a las personas que no conocen y, sobre todo, a la separación de sus padres. Con su segundo cumpleaños, llegan el miedo a la oscuridad, a los animales, a las heridas y, una vez más, a estar lejos de sus progenitores. Se trata de miedos comunes, asociados a una etapa de su desarrollo, y normalmente pasajeros.
Los miedos, por lo general, son consecuencia de la interacción con lo desconocido. Por ello, es importante que los peques entiendan que no hay nada malo en eso a lo que se enfrentan. Así, aprenderán a convivir con ello sin que suponga un problema importante. Hoy, os contamos algunos trucos que podemos seguir para que los niños los superen.
La actitud
Es posible que no entendamos los miedos de nuestro hijo, pero nunca debemos enfadarnos con él. Como padres, debemos hacer todo cuanto esté en nuestras manos para que no se sienta mal. Por ello, tenemos que hacerle entender que es normal que sienta miedo; ¡incluso a nosotros nos pasa!
Para solucionar el problema, es necesario detectar el origen del mismo. Es recomendable que hablemos con el peque para que nos cuente su miedo y, juntos, podamos enfrentarnos, de forma natural, a la situación.
La empatía
Todos hemos sido niños y hemos experimentado diferentes miedos, incluso de mayores. Para que nuestros hijos entiendan que su miedo es normal, y que no tienen por qué sentirse avergonzados, podemos hablarles sobre nuestros miedos pasados.
Recordemos que somos su modelo de conducta y tienden a la imitación. Por tanto, si ven que nosotros hemos superado nuestros miedos, se verán con más fuerzas para ellos hacerles frente a los suyos.
La adaptación
Tenemos que ayudar a nuestro hijo a superar sus miedos de forma progresiva. Si le tiene miedo a la oscuridad, por ejemplo, podemos comenzar dejando encendida una luz pequeña cada noche y, a medida que vaya pasando el tiempo, introducir nuevos avances.
En este proceso, es recomendable que estemos a su lado para animarlo. Es importante que el peque sienta que no está solo. Eso sí, ¡siempre de forma relajada! Nunca debemos obligarlo, porque obtendremos el resultado contrario al deseado.
La distracción
Es inevitable que los niños experimenten miedo al principio. Hasta que lo superen, pueden contar con mecanismos que ayuden a afrontar los efectos del miedo, como la ansiedad. Para ello, pueden recurrir a la música, a respirar con tranquilidad, a recordar cosas que les hagan felices o a actividades que les entretengan.
Una buena opción también es contar con un objeto que sirva de “escudo” frente a los miedos. Nuestros peques pueden contar con un peluche que tengan exclusivamente para momentos de pánico. De esta forma, se sentirán más relajados y capacitados para afrontar la situación.
La diversión
No existe mejor forma de superar un miedo que reduciéndolo, quitándole importancia. Si conseguimos que nuestro peque vea un lado divertido o gracioso en su miedo, conseguiremos que no perciba la situación que le asusta como una enemiga, sino como un escenario más que hay en su vida.
Para aportar este toque desenfadado, podemos gastar bromas con ellos o hacerlos partícipes en esta “ridiculización” del temor. De esta manera, si sienten que ellos tienen el control, su autonomía se reforzará y se sentirán capacitados para afrontar el miedo.
La ayuda profesional
Si estos consejos anteriores no funcionan y los miedos de nuestro hijo se intensifican, es recomendable que acudamos a un profesional para que pueda ayudarnos. Los miedos son comunes, pero no debemos dejar que dominen a los peques.
¡Ojo! No debemos ver nunca esta ayuda profesional como un “fracaso” por nuestra parte. Lo importante en todo momento es que nuestro hijo se sienta bien, y debemos hacer todo lo posible para que así sea.