Ayudar a nuestro bebé en el desarrollo de sus capacidades y habilidades es tan importante como alimentarle o asearlo correctamente. Todo esto influye en su futuro, tanto en el aprendizaje como en las relaciones sociales. Además, las habilidades psicomotoras de los niños afectan a diferentes tareas tan necesarias como la del simple movimiento o coger cosas con las manos.
Existen dos tipos de habilidades: la psicomotricidad gruesa y la fina. Hoy os contamos todo lo que necesitáis saber sobre ambas para que, así, podáis ayudar a vuestros peques en el desarrollo de las mismas.
¿Qué es el desarrollo psicomotriz?
El desarrollo motriz es una progresión de etapas cada vez más complejas, conocidas como hitos, a través de las cuales los bebés logran controlar el uso de todos sus músculos, tanto grandes como pequeños.
Este control les permite ir alcanzando hitos de manera progresiva, que van desde mantener su cabeza erguida hasta sentarse, gatear, andar, coger objetos, etc.
A medida que se alcanzan los sucesivos hitos del desarrollo motriz, el movimiento se vuelve más decidido y complejo y se va incorporando a las actividades diarias del bebé.
Existen tres tipos de habilidades motrices:
– Gruesa
– Fina
– Orales-motoras, las encargadas de realizar actividades como comer, tragar, emitir sonidos o hablar
En este artículo nos centraremos en las dos primeras.
Psicomotricidad gruesa
Esta categoría incluye tareas como gatear, andar, correr, coger cosas, desplazarse, montar en bici, patinar, esquiar… También la capacidad para practicar deportes y desarrollar el cuerpo, influyendo en sus futuros niveles de destreza que puedan alcanzar.
La autonomía es un factor fundamental que deriva de este tipo de psicomotricidad, primero para agarrar, luego para caminar y, por último, interactuar y jugar con otros niños. Una etapa en la que nuestro pequeño sentirá que está listo para hacer cosas por sí solo y que requiere paciencia y tiempo. Además, le permitirá tener orientación espacial.
Asimismo, es importante para desarrollar capacidades emocionales como el manejo de la frustración, la perseverancia, la disciplina, la regulación emocional, etc. Provee de fuerza, salud psíquica y corporal. Por esto último, es tan necesario que practiquen deportes, ya que fomentan su autoestima y vitalidad.
La pregunta surge ahora: ¿cómo se pueden desarrollar? A través de los juegos, el entrenamiento, las competiciones, el baile y otras actividades de ocio. Se recomienda que realicen estas actividades con personas de su misma edad para que no surjan desniveles que lo desmotiven.
Psicomotricidad fina
Abarca todo tipo de actividad que requiera de precisión y coordinación, por lo que es de elevada importancia. Todas esas personas que se califican como torpes suelen haber tenido problemas en su desarrollo psicomotriz. Por ejemplo, a la hora de seguir el ritmo aprendiendo a tocar instrumentos, bailar cualquier tipo de música, cantar o, incluso, caminar correctamente. También, coordinar la vista y la mano para crear la forma de “pinza” con la mano para agarrar cosas.
Pintar, esculpir, la expresión teatral o el aprendizaje de oficios como cirugía o pintura tienen como base la coordinación de vista, tacto, gestos, movimientos y fonéticos. Todo esto va desarrollando los sentidos y la capacidad para coordinar las diferentes zonas de la mente –activación y crecimiento-, le dan plasticidad y mayor rendimiento de pensamiento.
Otras habilidades como la motivación, la personalidad o la capacidad expresiva también se ven desarrolladas, así como el autocontrol, la independencia y el uso de recursos propios.
¿Cómo se desarrollan? Mediante la potenciación de actividades de precisión como enhebrar agujas, collares de cuentas, cortar con tijeras, usar pinturas…
Estimulación de habilidades psicomotoras
Las habilidades psicomotoras gruesas no requieren de tanto nivel de estimulación como las finas, ya que las primeras son más intuitivas. En las finas, como ya hemos dicho, los movimientos del pulgar, los dedos, las manos o las muñecas ayudan a desarrollar otras habilidades mentales y físicas.
Tu hijo no podrá llevar a cabo todo desde la primera vez. Por eso es importante tu apoyo y estimulo. Permítele hacer tareas sencillas como vestirse o hacer el desayuno (untar mermelada, por ejemplo). También es bastante práctico variar todas estas actividades.
Podemos llevar a cabo otras como llenar y vaciar cuencos y recipientes, siendo conscientes de que va a destrozar muchas cosas. Vestirse y desvestirse o dibujar y garabatear, incluso intentará escribir sin que le digas nada. Apilar, separar y ensartar; para esto son muy útiles los juegos de legos o estructuras. Y, por último, picar y pellizcar para que fomenten la forma de “pinza”.
Bebés prematuros
Como padres, queremos que nuestros hijos aprendan cuanto antes y sean buenos en todo. Sin embargo, no todos los bebés tienen la misma capacidad de desarrollo. No por ello son menos válidos o tienen un retraso en su desarrollo.
Con los bebés prematuros, ocurre una situación específica. Si un bebé nace prematuramente, su desarrollo no será igual que un bebé nacido en los nueve meses. Habrá que tener en cuenta el tiempo en el que debería haber nacido el bebé y a partir del día en que nació. Es decir, ha de ser medido ajustando el tiempo a su fecha prevista de nacimiento.