Estudios sugieren que ciertos ingredientes, en particular los presentes en alimentos procesados, desencadenan problemas de comportamiento en los niños, mientras que otros pueden ayudarlos a sentirse mejor. Descubre qué alimentos debes dar a tu hijo y cuáles no.
¿Cómo influyen los alimentos en la conducta de los niños?
La alimentación desempeña un papel crucial en el desarrollo y comportamiento de los niños. Una dieta equilibrada y nutritiva no solo favorece el crecimiento físico, sino que también influye en la función cognitiva y las conductas emocionales.
Nutrientes como los ácidos grasos omega-3, las vitaminas del complejo B, el hierro y el zinc son fundamentales para el desarrollo del cerebro y la regulación del comportamiento en los niños. La falta de estos nutrientes puede provocar retrasos cognitivos, dificultades en el aprendizaje y problemas de atención. Además, una ingesta insuficiente de nutrientes se ha asociado con un aumento de la agresividad y otros problemas de comportamiento.
Por otra parte, se ha demostrado que el consumo elevado de azúcares refinados y alimentos ultraprocesados puede afectar negativamente el comportamiento infantil. Un estudio reciente indica que solo cinco días de consumo de comida basura son suficientes para alterar el sistema de recompensa del cerebro, lo que podría predisponer a los niños a ganar peso y desarrollar obesidad.
Comer en compañía y en un ambiente armonioso puede mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés en los niños. La comensalidad no solo refuerza los lazos sociales, sino que también promueve una mejor ingesta nutricional y comportamientos alimentarios más saludables.
¿Por qué lo que comen los niños afecta a su comportamiento?
Todo se debe a la conexión intestino-cerebro. El intestino contiene 500 millones de neuronas que están conectadas con el cerebro a través de nervios y de sustancias químicas llamadas neurotransmisores, que controlan los sentimientos y las emociones.
Una microbiota equilibrada, favorecida por una dieta rica en fibra y probióticos, puede mejorar la regulación emocional y reducir la ansiedad en los niños. Mientras que una alimentación deficiente en proteínas y grasas saludables puede llevar a una baja producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, lo que aumenta la irritabilidad y la impulsividad.
Una parte significativa de la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”, se produce en el intestino. Un desequilibrio en la microbiota intestinal puede alterar la síntesis de serotonina, afectando negativamente el estado de ánimo y contribuyendo a trastornos como la depresión.
Además, la microbiota intestinal influye en la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), que controla la liberación de cortisol, la hormona del estrés. Un desequilibrio en la microbiota puede provocar una respuesta exagerada al estrés, aumentando la susceptibilidad a trastornos de ansiedad.
Estudios han demostrado que alteraciones en la microbiota intestinal están asociadas con cambios en el comportamiento y el estado de ánimo. Por ejemplo, investigaciones indican que una microbiota desequilibrada puede afectar el hipocampo, una región cerebral clave en la regulación emocional, lo que se traduce en un aumento de la ansiedad y la depresión.
Alimentos que pueden afectar negativamente el comportamiento
Ciertos alimentos y aditivos han sido asociados con efectos negativos en la conducta infantil, según diversos estudios científicos:
- Aditivos alimentarios y colorantes artificiales:
Investigaciones han encontrado una posible relación entre el consumo de colorantes artificiales y conservantes, como el benzoato de sodio, y un aumento en la hiperactividad en niños. Un estudio publicado en The Lancet indicó que estas sustancias pueden incrementar comportamientos hiperactivos en niños de 3 y 8/9 años.
El consumo de colorantes alimentarios puede provocar crisis nerviosas, agresividad y cambios de humor. Estudios que datan de la década de 1970 demuestran que eliminar los colorantes de la dieta infantil tiene un profundo efecto en su comportamiento.
- Azúcares y bebidas azucaradas:
Aunque la creencia popular sostiene que el azúcar causa hiperactividad, la evidencia científica es mixta. Algunos estudios no han encontrado una relación directa entre el consumo de azúcar y la hiperactividad. Sin embargo, una revisión indicó una relación positiva entre el consumo de azúcar y bebidas azucaradas con síntomas de TDAH.
No obstante, sí es cierto que el azúcar actúa como una bomba estimulante disparando los niveles de glucosa en sangre, lo que hace que el niño sienta de repente mucha energía que activa todo su sistema y le puede causar irritabilidad y nerviosismo. (Lo que se conoce como “subidón de azúcar”.) Pero del mismo modo que este pico glucémico sube, baja, ya que el azúcar se asimila muy rápido, lo que puede hacer que el niño esté en una montaña rusa de emociones, afectando a su comportamiento.
- Alimentos ultraprocesados:
El consumo elevado de alimentos ultraprocesados se ha vinculado con comportamientos negativos en niños. Un estudio encontró que patrones dietéticos ricos en alimentos procesados y dulces están asociados con un mayor riesgo de desarrollar síntomas de TDAH.
- Edulcorantes artificiales:
Investigaciones recientes sugieren que edulcorantes como la sucralosa pueden alterar la regulación del apetito en el cerebro, lo que podría influir en el comportamiento alimentario de los niños.
El aspartamo se ha relacionado con diversos trastornos emocionales y del comportamiento. Altos niveles de aspartamo pueden alterar los niveles de serotonina, lo que puede provocar problemas de conducta, ansiedad y otros trastornos emocionales.
- Bisfenoles y otros químicos en alimentos procesados:
Sustancias químicas como los bisfenoles, presentes en algunos envases de alimentos, pueden actuar como disruptores endocrinos, interfiriendo con el desarrollo y comportamiento infantil.
Fomentar una dieta equilibrada y minimizar el consumo de productos con aditivos artificiales y ultraprocesados puede contribuir al bienestar conductual y emocional de los niños.
- GMS
El GMS (glutamato monosódico) es una excitotoxina, un tipo de neurotoxina que sobreestimula las células cerebrales. Tiene profundos efectos en el estado de ánimo y el comportamiento. El GMS se encuentra en la mayoría de las comidas rápidas, así como en carnes procesadas, comidas congeladas, mezclas para sopas, aderezos para ensaladas y muchos otros alimentos procesados. El GMS puede aparecer en las etiquetas de ingredientes como proteína hidrolizada, levadura autolizada o caseinato de sodio.
Por eso, debemos evitar todo este tipo de alimentos y procurar que la alimentación de nuestros hijos sea natural, proveniente en su mayoría de alimentos frescos, evitando los ultraprocesados, los aditivos y colorantes, la comida basura… Así, no solo estará más sano, sino que también se portará mejor y será más feliz.
Fuentes:
Bateman B, et al. (2004). The effects of a double blind, placebo controlled, artificial food colourings and benzoate preservative challenge on hyperactivity in a general population sample of preschool children. https://adc.bmj.com/content/89/6/506.short
Alireza Farsad-Naeimi, Foad Asjodi, Mahsa Omidian, Mohammadreza Askari, Mehran Nouri, Ana Beatriz Pizarro, Elnaz Daneshzad, Sugar consumption, sugar sweetened beverages and Attention Deficit Hyperactivity Disorder: A systematic review and meta-analysis, Complementary Therapies in Medicine, https://doi.org/10.1016/j.ctim.2020.102512
McCann, Donna et al., Food additives and hyperactive behaviour in 3-year-old and 8/9-year-old children in the community: a randomised, double-blinded, placebo-controlled trial, The Lancet, Volume 370, Issue 9598, 1560 – 1567, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0140673607613063