El miedo es una emoción básica y natural que experimentan los seres humanos y forma parte del desarrollo de los niños, los cuales van atravesando diferentes miedos a lo largo de su infancia. Es importante saber cómo hacer frente a esta emoción para que no se transforme en una fobia. Descubre cuáles son los miedos más habituales a cada edad y cómo afrontarlos.

Miedos más habituales según la edad

A partir de los seis meses el bebé empieza a experimentar miedo, una respuesta emocional y fisiológica a una percepción de peligro, amenaza o cualquier situación que se perciba como potencialmente dañina. El miedo puede activar respuestas de lucha o huida en el cuerpo, lo que significa que puede motivarnos a enfrentar la fuente del miedo o a evitarla por completo, dependiendo de la situación.

Por lo tanto, es normal sentir miedo y forma parte del desarrollo del niño a medida que va conociendo el mundo y enfrentándose a nuevas cosas. De hecho, la presencia del miedo denota un cierto grado de madurez en el pequeño, por eso los miedos van cambiando a medida que crece y se consideran buenos para su desarrollo.

Los miedos más habituales según la etapa de desarrollo son:

– En los primeros meses de vida, a los ruidos fuertes.

– A partir de los 6 meses a los movimientos repentinos y a la pérdida súbita de apoyo.

– De 7 a 12 meses a los desconocidos y a la separación de la figura de apego (ansiedad por la separación).

– De 1 a 2 años a las personas extrañas, a la separación de los padres y a las heridas.

– De 2 a 3 años a los animales (perros sobre todo), los ruidos fuertes y la separación de los padres.

– De 3 a 4 años a la oscuridad, los animales y los ruidos.

– De 5 a 6 años a la oscuridad, los ruidos, los animales y a hacerse daño.

– De 6 a 8 años a los seres sobrenaturales (fantasmas, monstruos, vampiros…), a estar solo, a los insectos o a elementos de la naturaleza (truenos, tormentas).

– A partir de los 8 años comienzan miedos más existenciales como el miedo a la muerte, a hacer el ridículo, a que le pase algo malo a él o a su familia, a un divorcio o problema entre sus problemas, accidentes o catástrofes.

– A partir de la adolescencia surgen temores más relacionados con la autoestima y con las relaciones interpersonales.

Estos miedos van cambiando a medida que el niño madura y son útiles para el crecimiento, por lo que no debemos alarmarnos siempre que desaparezcan en un tiempo y no afecten a la vida diaria del pequeño o le impidan hacer actividades importantes.

¿Miedo o fobia?

Como decíamos, el miedo es una emoción natural y adaptativa que todos experimentamos en ciertas situaciones. Es una respuesta emocional y fisiológica a una amenaza real o percibida. El miedo puede ser beneficioso, ya que nos ayuda a estar alerta y a tomar medidas para protegernos en situaciones peligrosas. Puede ser temporal y desaparecer una vez que la amenaza se haya ido.

Sin embargo, la fobia es un tipo de trastorno de ansiedad que implica un miedo intenso y persistente a un objeto, situación o actividad específica. A diferencia del miedo común, una fobia es desproporcionada e irracional en relación con el estímulo que la desencadena. Las personas con fobias a menudo hacen todo lo posible por evitar el objeto o la situación temida, lo que puede interferir significativamente en su vida diaria y sus actividades normales.

Los síntomas más habituales de las fobias son aumento de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores y escalofríos, dificultad para respirar, sensación de ahogo, dolor en el pecho, mareo, temor a morir, aturdimiento.

En este caso, sí será necesario acudir a un profesional de psicología para realizar una terapia (normalmente se recurre a la terapia cognitiva conductual) para que el pequeño deje de sentir ese miedo irracional y pueda seguir con su vida sin interferencias.

¿Cómo actuar ante los miedos normales de los niños?

En caso de un miedo normal y evolutivo de tu hijo, lo mejor es seguir estos consejos para ayudarle a llevarlo con normalidad y que pueda superarlo:

– Nunca le obligues a enfrentarse a su miedo de inmediato. En su lugar, da pequeños pasos graduales para exponerlo a la fuente del miedo, si lo consideras apropiado. Forzar la exposición puede aumentar la ansiedad. Pero tampoco le sobreprotejas ya que eso también puede aumentar el miedo.

– Escúchale atentamente cuando exprese sus miedos y no le ridiculices o te burles de sus miedos, aunque sean hacia cosas imaginarias, ya que esto podría hacer que se sienta avergonzado o incomprendido. En su lugar, valida sus sentimientos y hazle saber que es normal sentir miedo y que todos lo sentimos a veces.

– Demuestra cómo enfrentas tus propios miedos de manera calmada y racional. Los niños a menudo aprenden observando a los adultos así que cuida tu comportamiento.

– Pregúntale qué es lo que le preocupa y cómo se siente al respecto para saber a qué tiene miedo.

– Dale información adecuada sobre lo que está causando el miedo. A menudo, la comprensión de la situación puede ayudar a disminuir la ansiedad. Utiliza un lenguaje apropiado para la edad y responde a sus preguntas de manera honesta.

– Ofrécele apoyo emocional para que se sienta seguro. Hazle saber que estás allí para protegerlo y cuidarlo. Puedes darle ejemplos de situaciones similares en las que superaste el miedo o cómo otras personas han manejado situaciones similares.

– Ten mucha paciencia y recuerda que los miedos son habituales en la infancia.

– Enséñale a evaluar su miedo. Si puede visualizar la intensidad del miedo en una escala del 1 al 10, con el número 10 como el más fuerte, puede que “vea” al miedo con menos intensidad de lo que originalmente imaginó.

– No os rindáis ante los miedos. Si a tu hijo no le gustan los perros, no cruces la calle a propósito para evitar que se encuentre con uno ya que eso solo fortalecerá su miedo.

– Enséñale frases positivas sobre sí mismo como por ejemplo “Yo soy capaz ” y “Yo puedo enfrentarme a esto”.

– Enséñale técnicas para enfrentar sus miedos. Pueden ser estrategias como la respiración profunda, el pensamiento positivo o la visualización de situaciones menos aterradoras.

– Asegúrate de que tu hijo tenga una rutina de sueño adecuada. El cansancio y la falta de sueño pueden aumentar la ansiedad y hacer que los miedos parezcan más intensos.

Fuente:

“Cómo comprender los temores y las ansiedades infantiles”, Healthy Children, American Academy of Pediatrics, https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/emotional-problems/Paginas/understanding-childhood-fears-and-anxieties.aspx

“Miedos y fobias en la infancia”, blog EnFamilia de la Asociación Española de Pediatría, https://enfamilia.aeped.es/edades-etapas/miedos-fobias-en-infancia