En algunos casos, ya sea de manera programada o de urgencia, el parto tiene que acabar en una cesárea, es decir, una intervención quirúrgica que consiste en abrir el abdomen de la madre para sacar al bebé por esa abertura. ¿En qué casos está indicada una cesárea? ¿Cómo se lleva a cabo? ¿Qué riesgos implica? ¿Cómo es la recuperación posterior?
¿Qué es una cesárea?
Una cesárea es un tipo de cirugía que se utiliza para dar a luz a través de una incisión en el abdomen y el útero de la madre. Esta intervención se realiza cuando un parto vaginal no es seguro para la madre o el bebé por diversas razones médicas.
Esta intervención dura aproximadamente una hora que se divide en unos 15 minutos para abrir la incisión y sacar al bebé y el resto para coser bien todas las capas cortadas.
Suele practicarse con anestesia epidural, aunque en ocasiones hay que recurrir a la anestesia general.
Existen dos tipos de cesárea:
– programada: se realiza cuando hay una indicación médica que obliga a cesárea en vez de parto vaginal, como embarazos múltiples, enfermedades maternas, infecciones en el canal de parto, mala posición del feto… Suele programarse entre la semana 37 y 38 para evitar que la madre se ponga de parto.
– de urgencia: se realiza ante una complicación durante el embarazo o el parto vaginal y requiere que la intervención se lleve a cabo rápidamente.
La Organización Mundial de la Salud establece como límite recomendable un 10-15% de cesáreas respecto a la totalidad de los nacimientos. Sin embargo, en el mundo occidental estas cifras se superan con creces, siendo del 15-25% en los hospitales públicos y del 28-38% en los privados. En España la media es del 25%, por encima de lo recomendado por la OMS, debido sobre todo al aumento de la edad de las parturientas, el mayor número de embarazos múltiples (debido al aumento de la reproducción asistida) y un elevado porcentaje de partos en centros privados. Y eso es algo que debe cambiar ya que, como veremos a continuación, las cesáreas siempre implican más riesgo que un parto vaginal.
¿Cómo se lleva a cabo la cesárea?
Antes de la cirugía, se realiza una evaluación médica de la madre, que incluye exámenes de laboratorio y una evaluación del estado del bebé mediante una monitorización fetal. La madre recibe una preparación que incluye el ayuno (no comer ni beber nada durante un tiempo determinado antes de la cirugía) para reducir el riesgo de aspiración durante la anestesia.
Actualmente, cuando la cesárea no es de urgencia, en la mayoría de los centros deja n que entre el padre para apoyar a la madre.
Se coloca una sábana en la cintura a modo de ventanilla para que la mamá no vea el proceso ya que puede resultar un tanto desagradable e incluso provocarle ansiedad.
Una vez la anestesia ha hecho efecto, el cirujano realiza una incisión en el abdomen tras desinfectar bien la zona. La incisión más común es la incisión transversal baja (“incisión biquini”), que es horizontal y se realiza justo por encima del hueso púbico. Esta incisión generalmente causa menos dolor después de la operación y tiene un mejor resultado cosmético. En situaciones específicas, se puede hacer una incisión vertical.
Después de abrir el abdomen, el cirujano hace una incisión en el útero. La mayoría de las veces esta incisión también es horizontal y se conoce como incisión de Kerr.
El bebé es extraído a través de las incisiones. Esto puede llevar unos pocos minutos y, durante este tiempo, el equipo médico puede necesitar aplicar presión en la parte superior del útero para ayudar a guiar al bebé hacia afuera.
Una vez que el bebé está fuera, se corta el cordón umbilical y se le acerca a la mamá para que pueda verlo.
Después del nacimiento del bebé, se extrae la placenta del útero y, por último, el cirujano cierra las incisiones uterinas y abdominales con suturas. Estas suturas suelen ser absorbibles y no necesitan ser retiradas.
Después de la cirugía, la madre es llevada a una sala de recuperación, donde el personal médico monitorea su estado físico y emocional, así como su dolor. Si todo va bien, en una hora o así pasa a planta para poder estar con su bebé. Durante este tiempo, es el padre el que hace el piel con piel con el peque.
¿Cuándo está indicada una cesárea?
Los motivos son muy variados y pueden estar causados tanto por la madre como por el bebé. Estos son los principales:
– Embarazo múltiple: en gestaciones gemelares, cuando el primer feto no está en presentación cefálica o cuando existe una gran discordancia de peso entre ellos por diferentes causas. En gestaciones triples, siempre.
– Cesáreas previas: las mujeres que han sido sometidas a cesárea en un parto anterior tienen más probabilidades de volver a dar a luz de esta forma, aunque no siempre ocurre así, depende de los motivos que provocaron la primera cesárea. También aquellas que han tenido una cirugía previa en el músculo uterino.
– Problemas con la placenta: placenta previa que impida el parto vaginal, desprendimiento de placenta.
– Anomalías del desarrollo del feto como hidrocefalia o espina bífida.
– Alteraciones en el cérvix: tumor, infección por VIH, herpes, etc.
– Rotura uterina en el momento del parto.
– Pelvis materna demasiado estrecha o cabeza del bebé muy grande: lo que se conoce como sospecha de desproporción pélvico-cefálica.
– Presentaciones no cefálicas: cuando el bebé no está colocado boca abajo, sino que está en posición podálica o trasversal.
– Enfermedades de la madre que suponen un riesgo para un parto vaginal, como hipertensión arterial, patologías cardiacas, cáncer, nefropatías…
– Prolapso del cordón umbilical: consiste en que el cordón umbilical se desliza por el canal de parto antes de que el bebé esté colocado, lo que supone un riesgo muy grave de asfixia para el peque, implicando una cesárea de urgencia.
– Sufrimiento fetal: si la monitorización durante el proceso de dilatación y el periodo expulsivo indica que el bebé no está recibiendo suficiente oxígeno, tiene bradicardia o está en riesgo su vida, se practica una cesárea de urgencia. Esto es más habitual en partos prolongados. Cuanto más tiempo dure el parto, más posibilidad de acabar en cesárea.
– Si el trabajo de parto se detiene y no sigue adelante o si el cuello uterino no se dilata lo suficiente.
¿Qué riesgos implica la cesárea?
La cesárea es una intervención quirúrgica, por lo que implica más riesgos que un parto vaginal que transcurra con normalidad. Así, implica los mismos riesgos que cualquier otra operación: reacciones adversas a la anestesia, complicaciones circulatorias, hemorragias, coágulos de sangre, problemas en la cicatrización de la herida, infecciones en la piel, fiebre puerperal… Y mayor probabilidad de sufrir complicaciones en futuros embarazos: placenta previa o placenta acreta.
Por otra parte, también existen algunos riesgos para el bebé nacido por cesárea, aunque son menos habituales, como problemas respiratorios si la cesárea se programa antes de las 39 semanas, broncoaspiración de líquido amniótico, laceración o corte con el bisturí o pasar menos tiempo con la mamá si le cuesta más recuperarse de la cesárea.
La recuperación también suele ser más lenta que la de un parto vaginal, aunque depende de cada mujer y de su estado de salud antes de la intervención.
Por eso mismo, la estancia en el hospital suele ser de 3 a 5 días, frente a las 48 horas que es lo habitual en un parto vaginal.
Cuidados especiales tras una cesárea
Como decíamos, la recuperación de una cesárea normalmente es más costosa y requiere más tiempo en el hospital. Hay que seguir las indicaciones de los médicos durante estos días y una vez se vaya a casa para evitar complicaciones.
Algunos de los consejos más importantes a seguir son:
– Tomar analgésicos si hay dolor.
– Caminar lenta y progresivamente después de 24 horas para agilizar la recuperación y evitar la retención de líquidos.
– Usar compresas higiénicas para los loquios, nunca tampones.
– La herida debe lavarse con agua y jabón diariamente y, en algunos casos, un antiséptico. Luego hay que secar bien dando golpecitos con una gasa estéril.
– Los puntos de los extremos se retiran a los 10 días. Los demás son absorbibles.
– Una vez retirados, hay que mantener la cicatriz bien hidratada con aceite de rosa de mosqueta.
– Esperar unos 40 días para mantener relaciones sexuales o actividades que requieren esfuerzo físico.
Fuentes:
Goetzl, Laura (2006), Concepción y embarazo a partir de los 35, Pearson Educación.
Huggins-Cooper, Lynn (2005), Maravillosamente embarazada, Madrid, Ed, Nowtilus.