Ya llegó la hora de dejar a los niños en el colegio. Nuestra preocupación como padres aumenta en determinadas cuestiones: ¿seguirá el ritmo de sus compañeros? ¿Hará amistades durante el curso? Y, todavía más importante: ¿se alimentará adecuadamente?

Muchos padres, por motivos de trabajo, prefieren contratar un servicio de comedor, pero no sabemos lo que esto supone en la dieta de nuestros hijos. En este artículo os hablamos sobre el niño y el comedor escolar, sus beneficios tanto a corto como a largo plazo, y unos consejos para seguir un menú sano y equilibrado. ¡Adelante!

¿Qué aprenden los niños en el comedor?

Aunque sea una edad muy temprana para que los niños estén lejos de sus padres, bien es cierto que en los comedores escolares enseñarán al pequeño a alimentarse y a tomar determinados hábitos.

Los padres, como es evidente, se preguntarán si están siendo atendidos y cuidados como se merecen. Pero, en muchos núcleos familiares, dar de comer al pequeño de la casa puede convertirse en un espectáculo y un cambio de menú constante.

En el comedor escolar, los niños, desde el primer o el segundo año en adelante, aprenden a tomar postura en la mesa. A esta edad comienzan a tomar platos variados y, además, tienen su primer contacto con la cuchara. Muchos de ellos experimentan con las manos, pero… ¡tiempo al tiempo! El educador conseguirá que estos pequeños puedan apropiarse del cubierto.

Comer en la guardería fomenta en el niño un nivel mayor de autonomía, tanto a la hora de comer como al limpiarse. Y, sobre todo, este proceso ayuda a que tomen hábitos favorables para su salud, como una buena masticación, una postura correcta para comer y numerosas reglas de higiene, como lavarse las manos antes de comer.

Las condiciones para un buen menú de comedor

Como hemos visto anteriormente, el comedor enseña a los más pequeños unas reglas básicas de protocolo fundamentales para el futuro. Sin embargo, ¿sabemos qué tipo de alimentos deben componer un menú en el comedor?

● Las frutas deben estar presentes, al menos, cuatro veces a la semana. Además, se tienen que servir de forma variada para dar al niño su dosis diaria de fibra, vitaminas y minerales.

● Los postres dulces, por otro lado, no deben ofrecerse más de una vez en semana. Estos contienen grasas saturadas que, de forma continuada, serán perjudiciales para la salud de los niños.

● Las verduras y hortalizas deben formar parte de la dieta de comedor, ya sea como primer o segundo plato, al menos una vez a la semana. Este tipo de alimentos deben ser introducidos de forma más calmada, para que los niños se hagan a su sabor y textura y, así, contar con un amplio abanico de comidas y sabores que los más pequeños disfrutarán sin rechistar.

● Las proteínas, dentro de la dieta infantil, deben estar presente, pero no de manera excesiva. Los niños deben tomar pescado un par de veces a la semana para abastecer al pequeño de fósforo, hierro y ácidos grasos omega 3. Tampoco podemos olvidarnos de la carne y los huevos, pero su consumo debe reducirse considerablemente hasta el mismo nivel de consumo de frutas y verduras.

Algunos beneficios del comedor escolar

Para algunas familias, resulta inevitable llevar a sus hijos al comedor escolar debido a cuestiones laborales. Sin embargo, esta nueva forma de alimentación guarda algunos beneficios a largo plazo.

● El menú está diseñado por nutricionistas que saben lo que los niños necesitan para crecer sanos y fuertes. De esta forma, se encargan de confeccionar comidas equilibradas y lo más parecidas a la dieta mediterránea.

● Dichos menús se planifican con antelación y, de una forma u otra, ayudan a la organización en casa.

● La única bebida que se ofrece a la hora de la comida es el agua, es decir, la mayor fuente de hidratación para el niño. Por tanto, quedan excluidas las bebidas con altos niveles de azúcar.

● El comedor escolar, además, sirve como punto de unión entre los compañeros. También favorece la interacción entre ellos, creando con mayor facilidad vínculos sociales