La alimentación de los niños puede suponer toda una odisea si no estamos preparados. Muchas veces, los peques pueden resistirse a ciertos alimentos y querer abusar de otros. ¡Pero está en nuestras manos lograr que su dieta sea equilibrada!
Sin embargo, en ocasiones cometemos ciertos errores de los que no siempre somos conscientes. Elegimos determinadas pautas de alimentación creyendo que son las más sanas y, a veces, son bastante perjudiciales.
Hoy, os hablamos de estos errores para que podáis saber cuáles son los alimentos más adecuados para vuestros hijos. Así, os aseguraréis de que crecerán sanos y fuertes. ¡Tomad nota!
Obligarlos a comer
Es posible que a nuestro hijo no le guste un alimento, y tendemos a insistir para que se lo coma. No obstante, no es lo adecuado: cuanto más insistamos, de peor forma recibirá el peque el alimento.
¿Qué debemos hacer, entonces? La mejor opción es intentar que se coma el alimento, pero si lo rechaza continuamente, debemos adoptar una actitud neutral, no de enfado. Cuando pasen unos días, podemos intentarlo de nuevo o presentarlo de otra forma para que al peque no le desagrade.
Ofrecerles cereales azucarados
Los cereales contienen fibra, beneficiosa para el organismo. Sin embargo, si los compramos con miel o chocolate, por ejemplo, también estaremos introduciendo altos niveles de azúcar. Estos productos aportan energía, pero no los nutrientes que necesitan nuestros peques.
Sustituir la fruta por zumos envasados
La fruta es uno de los primeros alimentos sólidos que se incluye en la alimentación de los bebés. Sin embargo, a medida que crecen, se vuelven reacios a éstas. Ven la fruta como un “enemigo” que se aleja de lo que a ellos realmente les gusta.
Para compensar los nutrientes que aportan las frutas, optamos por ofrecerles un zumo envasado. ¡Y esto es un gran error! Un zumo envasado nunca sustituirá una ración de fruta. Éste tiene altos niveles de azúcares y vitaminas artificiales. Y, además, contienen menos de un 10% de fruta.
¡Nota! Los zumos naturales son una mejor opción, pero tampoco contienen la fibra que posee una ración de fruta.
Abusar de los productos lácteos
Ya que el ingrediente principal de estos productos es la leche, se podría pensar que los productos lácteos son ricos en calcio. ¡Pero no es así! Sus niveles son bajos y, además, contienen ácidos grasos y quitar el apetito.
Aunque a los niños les gusten mucho, debemos evitar productos lácteos como los flanes o las natillas, pues tienen altos niveles de azúcar. A cambio, podemos ofrecerles una fruta, rica en vitamina C.
Ofrecerles leche de vaca
La Organización Mundial de la Salud recomienda la alimentación exclusiva de leche materna durante los seis primeros meses. Pasado este tiempo, si es posible, debemos continuar con ésta. Pero si no lo es, debemos apostar por una leche de fórmula adaptada, nunca por leche de vaca. La mayor parte de las fórmulas infantiles son de leche de vaca. Sin embargo, éstas están adaptadas y se cambian los tipos de grasa, por lo que aumentan los niveles de carbohidratos, vitaminas, proteínas y minerales.
La leche de vaca, aunque puede ser apta para los adultos, no lo es para los niños. Ésta no posee los carbohidratos, vitaminas y proteínas que los peques necesitan para su desarrollo. Sólo debemos incorporarla a su alimentación pasado el primer año.
Si optamos por una leche de fórmula de continuación, una buena opción es Capricare, la primera leche de fórmula para bebés hecha a base de leche entera de cabra. Entre sus beneficios, destacan: uso de leche entera, proceso de fabricación más natural, mejor absorción de ácidos grasos o aporte de energía proveniente de las grasas.
Abusar de la bollería
A la hora de la merienda, optamos por ofrecer a nuestros hijos bollería u otros productos con azúcar. ¡Es el momento dulce del día, uno de los que más disfrutan! Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que estos alimentos cuentan con un alto contenido de grasas añadidas. ¡Y ya sabemos que no son beneficiosas para su salud!
Asimismo, tampoco debemos abusar de productos como el pan de molde. Estos son muy blandos, por lo que, si una parte de la alimentación de nuestros hijos se basa en estos, no fortalecerán de forma correcta sus dientes, mandíbula, encías y músculos de la cara.